Parece que cada vez más, escucho y veo en consulta a padres y madres preocupados por ENTENDER qué les pasa a sus hijos, por lograr conectar con el cableado de los adolescentes o peques con los que viven a diario situaciones que los de-sintonizan de saber cómo actuar para lograr que los menores se sientan mejor. Sí, escribo entender con mayúsculas porque, afortunadamente, cada vez más piden ayuda para comprender y ubicarse, para descifrar el enigma de aquellos comportamientos que ven en sus hijos y se les hacen difíciles de interpretar.

Esto, a mi juicio, es un gran paso. ¿Por qué? Porque implica que los cuidadores se reconocen como claves en el proceso de resolver las dificultades y se hacen cargo, sin delegar la solución a una terapia exclusiva con el menor.

La idea de este post surge porque cada vez más, me estoy escuchando en las sesiones hablando de las necesidades que tenemos las personas, en función de la etapa del ciclo vital en las nos encontremos, para ayudar a interpretar de manera más eficaz los comportamientos o situaciones que nos atascan y que nos crean problemas con la gente que queremos. Esto ayuda a ver lo que está sucediendo desde otra perspectiva que genera más opciones el cambio y la solución.

La esfera del buen trato está constituida por la satisfacción de una serie de necesidades fisiológicas, afectivas, sociales y cognitivas.

En este post, siguiendo a Jorge Barudy y Maryorie Dantagnam, os hablaré de las tres necesidades básicas del buen trato en la dimensión afectiva:

  • La necesidad de vínculos: uno de los desafíos de la parentalidad productora de buen trato es asegurar un apego sano y seguro. Los vínculos que el niño o la niña establecen con sus padres, con otras personas que les cuidan y con otros miembros de su familia originan la experiencia de familiaridad y pertenencia. Una experiencia de este tipo de vínculo en la infancia asegura el desarrollo de la capacidad de diferenciarse y convertirse en una persona psicológicamente sana.
  • La necesidad de aceptación: se satisface en la medida que los niños reciben gestos y palabras que los confirman y los acogen. Los mensajes de ternura dan al niño un lugar propio donde sentirse aceptado y donde podrá comenzar a aceptar a los otros. Todo niño necesita una dosis suficiente de afecto y de cuidados, sin entrar en una relación fusional exagerada. La satisfacción de esta necesidad está directamente relacionada con el desarrollo del niño con alguien autónomo.
  • La necesidad de ser importante para el otro: una de las necesidades básicas para todo niño es la de ser importante, al menos, para un adulto. Vernos como importantes para otro se refleja en el tipo de delegaciones que nos hacen esos otros y que permiten probar la fidelidad y lealtad las misiones que nos encomiendan.

Por promover los buenos tratos en la infancia,

Saludos

Isabel Cano